La Aproximación al Budismo
El Arte de Hacer Contacto Real con el Dharma
En la tercera conferencia de su serie «Introduciendo el Budismo,» Sangharákshita aborda una cuestión práctica fundamental que surge naturalmente después de concluir que el budismo es la religión universal no-teísta que necesitamos: ¿cómo hacemos contacto real con él? No se trata meramente de conocimiento intelectual o curiosidad cultural, sino de algo mucho más profundo—cómo tomar posesión del instrumento de nuestra propia evolución superior.
Esta pregunta, aparentemente simple, revela una de las realidades más desafiantes del budismo en Occidente durante el siglo XXI. Como observa Sangharákshita con penetrante claridad, en países tradicionalmente budistas como Japón, Tailandia, Sri Lanka o Myanmar, el budismo está «siempre disponible, siempre presente.» Si quieres meditar, dentro de unos kilómetros de tu hogar encontrarás un monasterio; si quieres estudiar las escrituras budistas, habrá monjes eruditos capaces de instruirte; si te turban las preguntas más profundas de la vida espiritual, muy probablemente encontrarás personas—monjes o laicos—que han explorado y comprendido estas cuestiones por sí mismos.
Pero en Occidente, la situación es radicalmente diferente. Podemos conocer el budismo a través de libros, pero en términos generales no tenemos contacto con el budismo como una forma de vida real o como una cultura viviente.
El Aislamiento del Buscador Occidental: Una Experiencia Personal
Para ilustrar este desafío, Sangharákshita comparte su propia experiencia de «convertirse» al budismo a los dieciséis años en Londres—una narrativa que revela tanto la posibilidad como las dificultades del despertar espiritual en aislamiento.
Su historia comienza con la lectura de dos textos fundamentales: el Sutra del Diamante (Vajrachhedika Sutra) y el Sutra de Wei Lang (ahora conocido como el Sutra de la Plataforma de Hui Neng). Al estudiar estas obras, experimentó lo que describe como «una especie de experiencia, una especie de aprehensión intuitiva de que esto es la verdad»—no verdad en el sentido de un conjunto particular de palabras o enseñanzas, sino verdad como «alguna dimensión metafísica, trascendental sugerida por las palabras.»
Lo más notable de esta experiencia fue su cualidad atemporal: «No es que no lo supiera ayer y ahora llegué a ello hoy, sino que cuando se conoció fue como si siempre se hubiera conocido; de hecho, no hubo llegar a conocerlo.» En este sentido, observa, «no hay cuestión de convertirse en budista,» sino más bien realizar que uno había sido budista sin saberlo todo el tiempo.
Sin embargo, durante dos años completos después de esta realización, Sangharákshita no tuvo contacto con un solo otro budista. Solo cuando por casualidad vio un anuncio de la revista Buddhism in England en la parte posterior de una traducción del Tao Te Ching descubrió la existencia de un movimiento budista en Londres.
La Responsabilidad del Primer Encuentro
Esta experiencia personal lleva a Sangharákshita a una reflexión profunda sobre la responsabilidad que llevamos como budistas en un contexto occidental. Cada uno de nosotros podría ser, en cualquier momento, el primer budista que alguien haya visto en su vida.
Como ilustra con la anécdota del joven de las provincias que visitó el vihara después de un año de interés solitario en el budismo: «¿No sabes? Eres el primer budista que he visto en mi vida.» Este momento se convierte en lo que Sangharákshita llama «una especie de ocasión histórica»—y una advertencia seria para todos nosotros.
El curso de toda la vida espiritual de alguien puede verse afectado, para mejor o para peor, por la impresión de tu conocimiento, tu sinceridad, tu calidez humana en ese momento particular. Si abres la puerta con una sonrisa, eso crea al menos una buena impresión inicial. Si la abres con el ceño fruncido—irritado por la interrupción—esa persona podría no regresar jamás.
Esta responsabilidad se extiende más allá de encuentros casuales. Cuando mencionamos con vacilación o timidez que estamos interesados en el budismo, o cuando declaramos abiertamente «soy budista,» muy bien podría ser que la persona con quien hablamos nunca haya visto un budista real y vivo antes.
Los Principios Fundamentales de la Aproximación Correcta
Primer Principio: Aproximarse al Budismo Como Budismo
El primer requisito esencial para cualquier aproximación genuina al budismo suena obvio pero no lo es: debemos aproximarnos al budismo como budismo. Esto significa entender que el budismo es fundamentalmente el camino hacia la iluminación, el instrumento de la evolución superior de la humanidad—en términos modernos, el medio para lograr la integridad psicológica y espiritual completa.
Sangharákshita ilustra las consecuencias de no hacer esto con dos ejemplos reveladores:
El Malentendido Católico: Un sacerdote budista japonés del Shin que visitó el vihara mostró con orgullo una carta del Papa que expresaba «alta apreciación del budismo.» Pero cuando Sangharákshita leyó la carta, vio que el Papa describía el budismo como «una excelente enseñanza humana.» Para alguien familiarizado con el catolicismo, esto es claramente un insulto disfrazado. En la teología católica, hay dos tipos de religión: revelada (de Dios) y natural (humana). Al clasificar el budismo como una «enseñanza humana,» el Papa lo estaba relegando efectivamente a un sistema de ética que no puede conducir a la salvación real.
El Reduccionismo Hindú: En India, Sangharákshita encontró constantemente hindúes ortodoxos, especialmente brahmines, que insistían: «Oh sí, es solo una rama del hinduismo.» La palabra «solo» revela inmediatamente que se trata de depreciación. Estos eruditos, cuando encuentran doctrinas budistas que no existen en el hinduismo—como la enseñanza del anatman (no-yo) o la actitud no-teísta—simplemente las descartan como «corrupciones introducidas más tarde por monjes budistas conspirativos.»
Ambos ejemplos muestran que sin aproximarse al budismo en sus propios términos como un camino completo hacia la iluminación, no puede haber comprensión real, solo distorsión.
Segundo Principio: Aproximarse al Budismo Como un Todo
El budismo es una religión muy antigua con 2,500 años de historia. Durante este tiempo, especialmente en sus primeras etapas, se extendió por prácticamente toda Asia, y en el curso de estos siglos experimentó un proceso continuo de transformación, desarrollo y adaptación a las diferentes condiciones y necesidades de los pueblos entre los que se estableció.
Históricamente, podemos identificar tres formas principales del budismo:
Budismo del Sudeste Asiático: Presente en Sri Lanka, Myanmar, Tailandia, Camboya y Laos. Basado en el canon Pali Theravada, representa la primera fase de desarrollo del budismo indio—el período de aproximadamente 500 años desde el parinirvana del Buddha hasta el comienzo de la era cristiana. Esta es la fase Hinayana, donde el budismo se expresa predominantemente en términos éticos y psicológicos.
Budismo Chino: Incluye el budismo japonés, coreano y vietnamita, todos originalmente ramas del budismo chino. Basado en el Tripitaka chino—la colección de traducciones de todas las escrituras budistas indias disponibles. Representa la segunda fase del desarrollo del budismo indio, aproximadamente desde los orígenes del cristianismo hasta 500 d.C.—una amalgamación de Hinayana más Mahayana, incluyendo desarrollos devocionales y metafísicos.
Budismo Tibetano: Incluye el budismo de Mongolia, Bután y Sikkim. Basado en dos grandes colecciones: el Kandra (palabra traducida del Buddha) y el Tandra (comentarios traducidos de los grandes acharyas). Representa la tercera fase del desarrollo del budismo indio, aproximadamente desde 500-1000 d.C. o un poco más—Hinayana más Mahayana más Vajrayana (budismo yóguico y simbólicamente ritualístico).
El problema surge cuando tratamos una escuela particular como si fuera idéntica a toda la tradición budista. Sangharákshita da ejemplos de declaraciones incorrectas que ha encontrado:
- «Las escrituras budistas se encuentran en el Tripitaka Pali» (esto excluye los cánones chino y tibetano)
- «El budismo enseña salvación por fe en Amitabha» (esto es cierto solo para la escuela Shin japonesa)
- «El Dalai Lama es el jefe de la religión budista» (es jefe del budismo tibetano, no de todo el budismo)
Nuestro enfoque debe ser sinóptico, no sectario. Debemos aproximarnos a toda la tradición budista—completa en tiempo y espacio—tratando de incluir, comprender y captar la esencia de todo, no solo de un aspecto o parte particular.
Tercer Principio: Aproximarse al Budismo de Manera Equilibrada
La naturaleza humana tiene muchos aspectos: emocional e intelectual, introvertido y extrovertido. Como saben muchos estudiantes del budismo, esto se representa en la fórmula de las cinco facultades espirituales que deben mantenerse en equilibrio: fe y sabiduría (representando lo emocional e intelectual), meditación y energía (representando lo introvertido y extrovertido), todo equilibrado por la atención consciente.
El budismo debe aproximarse a través de todos estos aspectos—es decir, con nuestro ser total. No solo tratando de sentir sin pensar o entender; no solo tratando de entender sin sentir. No solo mirando siempre hacia adentro sin mirar nunca hacia afuera, ni siempre mirando hacia afuera sin pausar para mirar hacia adentro.
Si es posible, deberíamos tratar de hacer todas estas cosas todo el tiempo. A medida que ascendemos más alto en nuestro desarrollo espiritual, tenderemos cada vez más a hacer todas estas cosas simultáneamente. Eventualmente, estas cuatro facetas aparentemente contradictorias se fusionan y armonizan en una facultad espiritual, un ser que avanza.
Sin este tipo de aproximación equilibrada de cabeza y corazón, no puede haber compromiso real o dedicación genuina al budismo como camino de iluminación. Mientras solo una parte de nosotros esté involucrada y no la totalidad de nosotros mismos, permanecemos en la periferia de la transformación real.
La Culminación: Refugiarse en las Tres Joyas
La culminación de aproximarse al budismo como budismo es lo que llamamos Refugiarse en las Tres Joyas: el Buddha (el maestro iluminado), el Dharma (el camino hacia la iluminación), y la Sangha (la comunidad de aquellos que caminan ese sendero hacia la iluminación).
Incluso si uno no da el paso de refugiarse formalmente en el Buddha, Dharma y Sangha, al menos debe preguntarse seriamente: ¿Considero realmente el budismo como el medio hacia la iluminación, el instrumento de la evolución superior? ¿Vengo a este vihara, trato de aprender sobre el budismo con esta comprensión—que estoy tratando de aproximarme a algo que es un camino hacia la iluminación, tratando de tomar posesión del instrumento de mi propia evolución superior individual?
Reflexiones para el Practicante Moderno
En nuestro mundo digitalizado del siglo XXI, donde la información budista está más disponible que nunca pero la comunidad auténtica sigue siendo escasa, los principios de Sangharákshita adquieren una relevancia aún mayor. La tentación del «budismo de café»—tomar elementos que nos gustan mientras evitamos la transformación profunda—es quizás más fuerte ahora que en 1966.
La pregunta central permanece: ¿Estamos realmente aproximándonos al budismo como el camino completo hacia la iluminación que pretende ser, o simplemente lo estamos usando como una filosofía calmante o una técnica de reducción del estrés?
Si nuestra aproximación es genuina—si realmente vemos el budismo como budismo, lo abordamos como una tradición completa de 2,500 años, y nos comprometemos con nuestro ser total—entonces tenemos la posibilidad de convertirnos en instrumentos de transformación no solo para nosotros mismos, sino para todos aquellos que encontremos en su propio viaje de despertar espiritual.
Porque en última instancia, como nos recuerda Sangharákshita, cada encuentro importa. Cada conversación sobre el budismo, cada momento de presencia consciente, cada acto de compasión genuina puede ser el punto de inflexión en la vida espiritual de alguien más. En un mundo que aún está despertando lentamente a la sabiduría del Buddha, llevamos la responsabilidad sagrada de encarnar esa sabiduría tan completamente como podamos, sabiendo que para alguien, en algún lugar, somos la primera cara del Dharma que verán.
Aquí te dejamos la charla original de Sangharákshita