EL BUDA: ¿HOMBRE O SUPERHOMBRE?
Una Perspectiva Evolutiva
Esta entrada de blog se basa en una charla de 1966 del maestro budista británico Sangharákshita, parte de su serie «Introduciendo el Budismo.» En esta quinta conferencia, titulada «El Buda: ¿Hombre o Superhombre?», Sangharákshita explora una pregunta fundamental que ha intrigado a estudiosos y practicantes durante siglos: ¿qué tipo de ser era exactamente el Buda? A través de un análisis fascinante que conecta las modas intelectuales, el desarrollo cultural y la evolución espiritual, nos ofrece una perspectiva profundamente esclarecedora sobre la naturaleza del Buda y su lugar en el proceso evolutivo de la humanidad.
Las Modas del Pensamiento: Del Culto al Héroe al Cinismo Moderno
Sangharákshita comienza su conferencia con una observación aparentemente casual pero profundamente perspicaz: así como existen modas en el vestir, también existen modas en el pensamiento. «No cambiamos nuestras ideas cada seis meses, pero quizás sí las cambiamos cada seis años. Ciertamente las cambiamos cada sesenta años, definitivamente cada siglo.»
Esta reflexión lo lleva a examinar uno de los cambios más significativos en la mentalidad occidental: la transformación de la época victoriana, cuando el culto al héroe estaba en su apogeo, hasta nuestra era moderna, caracterizada por el cinismo y la desconfianza hacia la grandeza humana.
En la época victoriana, explica Sangharákshita, la idea del héroe dominaba tanto la literatura como la vida pública. Carlyle había declarado que «la historia es la biografía de grandes personas,» y esta perspectiva permeaba toda la cultura. Los políticos como Gladstone, los poetas como Tennyson, los escritores como Dickens, eran figuras públicas adoradas hasta un grado que hoy nos resulta «inconcebible.»
Pero aproximadamente treinta o cuarenta años antes de 1966, esta moda comenzó a cambiar. Los héroes empezaron a pasar de moda, posiblemente influenciado por la Primera Guerra Mundial, que «no fue un asunto muy heroico.» La biografía, que antes era «un ejercicio de hagiografía» con volúmenes masivos dedicados a exaltar a las grandes personalidades, se convirtió en un ejercicio de «desmitificación.»
El Peligro del Extremismo: Entre la Adoración y el Cinismo
Sangharákshita identifica un problema crucial en esta transformación cultural. Mientras los victorianos fueron a extremos en su adoración heroica—»adularon, glorificaron, proyectaron, se entregaron a ejercicios de hagiografía hasta un grado imperdonable»—la reacción moderna ha ido al extremo opuesto.
«Su extremo era al menos positivo, mientras que el nuestro, desafortunadamente, es bastante negativo,» observa. «Para nosotros, la figura del héroe, toda la idea del héroe, es bastante ridícula, bastante absurda.»
Esta actitud cínica moderna representa un empobrecimiento espiritual significativo. Hemos perdido la capacidad de tomar en serio a alguien que es serio sobre algo. Como señala Sangharákshita: «El héroe es fundamentalmente la persona seria. El héroe es quien se preocupa profundamente por algo, y quien es al mismo tiempo una persona de habilidad excepcional, incluso extraordinaria.»
Redefiniendo al Héroe: Del Genio a la Percatación Espiritual
Para superar estos extremos, Sangharákshita propone adoptar «el camino medio,» evitando tanto la adulación victoriana como el cinismo moderno. Es tiempo de «revaluar, quizás aumentar el valor del héroe.»
Para facilitar esta revaluación, sugiere usar la palabra «genio» en lugar de «héroe,» entendiendo al héroe como «la persona de genio, especialmente por el momento al menos como la persona de genio literario, artístico o musical.»
Pero aquí viene una percatación crucial: la diferencia entre el genio y la persona ordinaria no es una de tipo, sino de grado. «Es como si lo que estaba subdesarrollado o apenas un poco desarrollado en nosotros está altamente desarrollado, incluso completamente desarrollado en él.»
Sangharákshita ilustra esto brillantemente con el ejemplo de la sensibilidad musical. Prácticamente todos tenemos alguna apreciación musical—muy pocas personas son completamente insensibles a la música. Pero en un gran músico como Bach o Mozart, «la misma facultad de apreciación musical, creación musical, sensibilidad a la música, que encontramos en nosotros mismos en forma rudimentaria, está desarrollada a un grado alto, incluso extraordinario.»
Esta comprensión es fundamental porque explica por qué podemos apreciar el genio: «Podemos apreciar la música, podemos apreciar la poesía solo porque hay algo de música y algo de poesía ya en nosotros mismos.»
El Proceso de Elevación Cultural: Los Genios como Precursores
Un aspecto fascinante del análisis de Sangharákshita es su descripción de cómo funciona el desarrollo cultural. Los genios artísticos no trabajan en el vacío—elevan gradualmente el nivel general de sensibilidad de la humanidad.
«Al principio él es el único, tiene la visión creativa y luego después de eso, unos pocos otros comienzan a apreciar, luego más y más gente, más y más gente. Y en el curso de siglos prácticamente todos comienzan a apreciar y de esta manera el nivel completo de sensibilidad prácticamente de la raza humana, o ciertamente de la porción más culta de la raza humana, se eleva.»
Existe un hermoso dicho que cita: «Incluso el letrero más miserablemente pintado de una posada de pueblo muestra que un Rembrandt una vez vivió en el mundo.» Esto ilustra cómo el genio de un individuo eventualmente eleva toda la cultura.
Simultáneamente, un alto nivel general de logro artístico ayuda a preparar el camino para la aparición del genio. Mozart apareció cuando la sociedad vienesa era intensamente musical, Michelangelo en el apogeo del Renacimiento italiano, Shakespeare rodeado de una galaxia completa de poetas dramáticos.
El Significado Evolutivo: Los Genios como Precursores
Aquí Sangharákshita hace una conexión profunda con su charla anterior sobre evolución: «Los héroes y los genios son hoy lo que la generalidad de la gente, lo que las masas, serán mañana o al menos esperamos pasado mañana.»
Los genios aparecen como precursores en el proceso evolutivo—han avanzado unos pasos, unas leguas, unas millas por delante del resto de la humanidad, «abriendo el camino que eventualmente todos podrán seguir.»
Esta percatación conecta directamente con el diagrama evolutivo de la charla anterior. El desarrollo cultural ocurre principalmente a través de los esfuerzos de individuos—no por grupos, escuelas o instituciones, que «usualmente sofocan las artes.»
Ubicando al Buda en el Espectro Evolutivo
Ahora Sangharákshita puede hacer la conexión crucial entre su análisis cultural y la pregunta central sobre el Buda. Utilizando el diagrama evolutivo, explica que cuando hablamos de héroes y genios, nos enfocamos en «esta sección del triángulo rectángulo dentro del más grande»—específicamente los puntos 1 a 3 en la escala evolutiva.
Esta sección representa toda la escala del desarrollo cultural humano, dividida por:
- Punto 1a: La consciencia humana promedio
- Punto 2: La autoconsciencia (donde está la mayoría de nosotros)
- Punto 2a: La consciencia altamente cultivada
Los héroes y genios aparecen principalmente en las secciones c y d—los niveles de cultura superior y religión étnica. «Probablemente la mayoría de héroes y genios vienen aquí en c, solo unos pocos de los más grandes llegan hasta d.»
Lo que distingue a estas figuras es que son verdaderos individuos, no simplemente unidades en una masa. «Nos gusta pensar que somos individuos, pero la mayor parte del tiempo no lo somos. Somos numéricamente individuales pero no psicológica y espiritualmente individuales.»
El Buda como Culminación del Proceso Evolutivo
Aquí viene la revelación central: el Buda representa la culminación de la cuarta etapa, la etapa trans-humana—no solo la sobrehumana, sino la trans-humana.
Pero Sangharákshita hace una distinción crucial: «Debemos recordar que lo superior no excluye lo inferior. Un ser sobrehumano sigue siendo humano y un ser iluminado sigue siendo sobrehumano y humano. Lo superior incluye lo inferior.»
El Buda es un ser humano, pero al mismo tiempo es más que un ser humano. No solo una persona como nosotros, sino «ser humano plus»—un superhombre, pero más que un superhombre.
La Analogía del Pollito: El Primer Despertar
Sangharákshita utiliza una hermosa analogía de las escrituras budistas para ilustrar la relación del Buda con el resto de la humanidad. El Buda dice: «Supongamos que una gallina ha puesto varios huevos… La gallina se sienta sobre los huevos hasta que comienzan a eclosionar. ¿Qué encuentra uno que sucede? Encuentra que un huevo eclosiona primero.»
Una vez que emerge el primer pollito, «¿qué empieza a hacer? Empieza a golpear con su pequeño pico las otras cáscaras, ayudando a los otros pollitos a salir de sus cáscaras.»
En esta analogía, el huevo representa «el estado de sueño, el estado de inconsciencia, el estado de oscuridad espiritual e ignorancia.» Todos los seres humanos están involucrados en esa oscuridad. El Buda es como el pollito que es el primero en salir, el primero en romper la cáscara, y habiendo salido de la cáscara, entonces dirige su atención a despertar a los otros.
Por esto el Buda tiene entre sus títulos «Lokajestha»—usualmente traducido como «El Honrado por el Mundo,» pero que realmente significa «el hijo primogénito.» El Buda es el hermano mayor de la humanidad, el primero de los nacidos espiritualmente, el renacido espiritualmente.
La Diferencia Entre el Buda y Sus Discípulos
Esta comprensión aclara una pregunta frecuente: ¿cuál es la diferencia entre el Buda y sus discípulos iluminados? Como explica Sangharákshita, las escrituras son claras: «La única diferencia entre él mismo y sus discípulos iluminados espiritualmente es que él alcanzó la Iluminación primero sin ayuda; ellos la alcanzaron posteriormente con ayuda de él.»
Igual que en el caso de los pollitos—el primero sale sin ayuda, los otros salen con ayuda del primero. El Buda es quien muestra el camino, no solo lo muestra, lo encuentra. Descubre el camino, pero una vez que lo ha encontrado, una vez que lo ha descubierto, otros pueden seguirlo por sus propios esfuerzos.
La Inclusión de la Perfección Humana
Un aspecto significativo del análisis de Sangharákshita es que el Buda no evitó la perfección humana, incluso la perfección física, sino que la incorporó en la dimensión superior de la Iluminación.
En los textos budistas se mencionan treinta y dos características mayores y ochenta y cuatro menores del «mahapurisa» (gran hombre o superhombre), que «claramente encarnan los ideales estéticos, culturales y religiosos más altos contemporáneos.»
Los brahmanes de la época del Buda lo consideraban Mahapurisa—superhombre—»como encarnando este ideal estético, cultural y religioso más alto que se había alcanzado en India hasta entonces.»
Esto muestra que el Buda no evitó la perfección humana sino que la integró en una dimensión superior. Así como los seres humanos incluyen e integran el lado animal en subordinación a lo verdaderamente humano, «la Budeidad incluye e integra el lado humano subordinado a la personalidad iluminada.»
Conclusiones: Reverencia y Potencial
Sangharákshita concluye con varias percepciones profundas sobre la naturaleza del desarrollo espiritual y cultural:
Primero, el progreso cultural y el desarrollo espiritual son «estrictamente análogos»—representan las secciones inferior y superior de la Evolución Superior, y ambos son obra de individuos que están muy por delante de la masa general de la humanidad.
Segundo, la actitud de adoración al héroe «no es para nada algo malo, siempre que se dirija hacia los objetos correctos»—hacia aquellos que están verdaderamente más desarrollados que nosotros, no simplemente hacia los ricos, famosos o populares.
Tercero, debemos desarrollar «un espíritu o sentimiento de admiración y reverencia y respeto y devoción, no solo por las personas como son, sino también por las personas como podrían llegar a ser.»
Cuarto, y quizás más importante: deberíamos tener este sentimiento hacia todos los seres sensibles. Como dice el budismo: «Pueden ser cualquier cosa ahora, pueden ser ladrones o prostitutas o financieros… pero un día van a convertirse en Budas. Así que deberías respetarlos no solo por lo que son sino por lo que pueden ser.»
El Camino Medio en Nuestra Época
En nuestra era contemporánea, caracterizada por el cinismo y la «desmitificación,» el mensaje de Sangharákshita es particularmente relevante. Necesitamos encontrar un camino medio entre la adoración ciega y el cinismo corrosivo.
El cinismo hacia la grandeza humana es «una actitud que corroe el alma, incluso una especie de vicio.» En su lugar, deberíamos cultivar la capacidad de reconocer y reverenciar la verdadera grandeza cuando la encontramos, sabiendo que representa nuestro propio potencial futuro.
El Buda, en esta perspectiva, no es una figura remota e inalcanzable, sino el primer ejemplo histórico de lo que todos los seres humanos son potencialmente. Es un ser diferente de otros no en tipo sino en grado de desarrollo, en grado de manifestación de su potencial interno.
Una Invitación a la Grandeza
La visión de Sangharákshita nos invita a reconsiderar nuestra relación tanto con la grandeza humana como con nuestro propio potencial. En un mundo que a menudo parece obsesionado con celebrar la mediocridad y desconfiar de la excelencia, nos recuerda que el desarrollo individual y la aspiración hacia ideales más altos no son lujos espirituales sino necesidades evolutivas.
Los genios artísticos, los héroes culturales y, en última instancia, los seres iluminados como el Buda, no son anomalías históricas sino precursores—muestran el camino que eventualmente toda la humanidad debe seguir en su desarrollo evolutivo.
Si queremos participar conscientemente en este proceso evolutivo, debemos cultivar tanto la humildad de reconocer cuánto camino tenemos por recorrer como la aspiración de seguir a aquellos que han ido antes que nosotros. En el Buda, tenemos el ejemplo supremo de hacia dónde puede llevarnos este viaje—no como una meta imposible, sino como el destino inevitable de nuestra evolución consciente.
La pregunta «¿Ser Humano o Superhombre?» encuentra así su respuesta: el Buda es ambos y ninguno—es lo que una persona puede llegar a ser cuando realiza completamente su potencial evolutivo. Es, en las palabras finales de Sangharákshita, el hermano mayor de la humanidad, mostrándonos no solo lo que es posible, sino lo que es inevitable en el gran arco de la evolución consciente.
Aquí te dejamos la charla original de Sangharákshita