EL SIGNIFICADO DE
LA PALABRA DHARMA

¿Qué es el Dharma?

Más que una enseñanza

En todas las reuniones budistas de la comunidad Triratna repetimos una antigua fórmula que nos conecta con la esencia del camino: Voy por refugio al Buda, voy por refugio al Dharma, voy por refugio a la Sangha. Pero ¿qué queremos decir realmente cuando hablamos del Dharma? ¿Es una doctrina? ¿Una ley universal? ¿Un conjunto de enseñanzas? ¿O es algo más profundo y transformador?

En una charla iluminadora titulada The Meaning of the Dharma, Sangharákshita —fundador de nuestra Orden— explora con claridad y profundidad este segundo de los Tres Refugios, invitándonos a comprenderlo no solo intelectualmente, sino como una experiencia viva que transforma nuestra forma de ver la realidad y de vivir.

El Dharma: una palabra, muchos sentidos

Sangharákshita comienza advirtiéndonos que la palabra Dharma no tiene una traducción exacta al inglés (ni al español). Es una palabra rica, con múltiples capas de significado. En los textos budistas, se utiliza al menos en cinco sentidos distintos:

  1. Cosas o fenómenos: En su uso más general, dharma puede significar simplemente “cosa”, cualquier fenómeno físico o mental. Todo lo que surge y cesa —todo lo condicionado— puede considerarse un dharma.

  2. Objeto mental: En la tradición budista, la mente es considerada uno de los seis sentidos. Así como el ojo tiene por objeto las formas, la mente tiene por objeto los pensamientos, las ideas, las experiencias internas. Estos también son llamados dharmas.

  3. Condición o estado mundano: Como en el término loka-dharmas, las ocho condiciones mundanas: ganancia y pérdida, fama e infamia, alabanza y crítica, placer y dolor. A menudo se nos invita a no ser sacudidos por estas condiciones cambiantes.

  4. Ley o principio: Aquí el Dharma se refiere a verdades profundas, como la famosa frase del Dhammapada: “El odio no cesa con más odio, el odio cesa solo con amor. Esta es una ley eterna.”

  5. Doctrina o enseñanza: Finalmente, el sentido más familiar para muchos: Dharma como la enseñanza del Buda, el conjunto de métodos, ideas y prácticas que conducen a la Iluminación.

Sangharákshita subraya que cuando hablamos del Dharma como uno de los Tres Refugios —es decir, con “D” mayúscula— nos referimos sobre todo a los dos últimos sentidos: la realidad que el Buda experimentó directamente y la expresión conceptual de esa realidad en forma de enseñanza.

Dharma como experiencia y como expresión

En este punto, Sangharákshita hace una distinción clave: el Dharma es, por un lado, la experiencia profunda de la realidad que el Buda tuvo al alcanzar la Iluminación; y por otro, la forma en que esa experiencia fue compartida y enseñada a los demás. Son dos aspectos inseparables: experiencia y expresión, sabiduría y compasión.

Y así como la sabiduría y la compasión son las dos alas del pájaro del despertar, el Dharma es tanto la visión como el camino que nos permite desarrollarla.

El principio que lo sostiene todo: Pratītya-samutpāda

¿Es posible condensar toda la enseñanza del Buda en una sola idea? Sangharákshita dice que sí, y esa idea es Pratītya-samutpāda, o “la coproducción condicionada”. Esta ley fundamental dice, en esencia:

“Esto siendo, aquello deviene.

Con el surgimiento de esto, surge aquello.

Esto cesando, aquello cesa.”

Aunque pueda parecer abstracto, este principio es la base de toda la visión budista de la realidad: todo surge en dependencia de condiciones. Nada existe por sí mismo, nada es independiente, nada es permanente. Esta verdad abarca desde los fenómenos físicos hasta los estados mentales, desde el sufrimiento humano hasta la posibilidad de liberación.

El Pratītya-samutpāda es, entonces, la mirada del Buda sobre el universo: una red viva, interdependiente, donde nada existe de manera aislada y todo está en flujo.

Dos tipos de condicionalidad: el ciclo y la espiral

Sangharákshita distingue dos formas en las que esta ley opera:

  1. Condicionalidad cíclica: Es el patrón repetitivo de acción y reacción, de causa y efecto, de sufrimiento que genera más sufrimiento. Lo encontramos en el Samsara, la rueda de la existencia, donde vamos girando entre placer y dolor, apego y rechazo, nacimiento y muerte. Este es el mundo condicionado tal como lo experimentamos desde la ignorancia.

  2. Condicionalidad espiral: Es el patrón de crecimiento y transformación. Aquí, en lugar de retroceder o girar en círculos, cada condición da lugar a una más refinada: de generosidad nace alegría, de alegría surge tranquilidad, de tranquilidad claridad, y así sucesivamente hasta alcanzar el despertar. Este es el camino del Dharma: el proceso de evolución espiritual.

Estas dos formas de condicionalidad están representadas también en las Cuatro Nobles Verdades: las dos primeras (sufrimiento y su causa) corresponden al ciclo; las dos últimas (la cesación y el camino) corresponden a la espiral.

¿Para qué sirve el Dharma?

Una de las imágenes más bellas que ofrece esta charla es la parábola de la balsa. El Buda decía que el Dharma es como una balsa para cruzar un río. No tiene sentido adorar la balsa, ni analizar su estructura, ni cargarla a cuestas una vez cruzado. Su único propósito es llevarnos a la otra orilla. Así, el Dharma no es un fin en sí mismo, sino un medio hábil, un instrumento para alcanzar la liberación.

Por eso, insiste Sangharákshita, no deberíamos apegarnos a las formas, ni perdernos en discusiones doctrinales. La única pregunta relevante es: ¿Esto me ayuda a despertar? Si una práctica nos vuelve más conscientes, más sabios, más compasivos, más libres… entonces es Dharma. Así de simple. Así de liberador.

La respuesta del Buda a su tía

Una de las anécdotas más memorables de la charla es cuando la tía y madre adoptiva del Buda, Mahāpajāpatī Gotamī, le pregunta: “¿Cómo sé cuál es tu verdadera enseñanza, si todos tus discípulos dicen cosas distintas?”. El Buda responde con claridad:

“Lo que conduce a la calma, a la simplicidad, a la comprensión, al desapego, a la sabiduría y a la compasión: eso, considéralo como mi enseñanza.”

Este principio —práctico, vivo, empírico— puede guiarnos también a nosotros cuando nos enfrentamos a la diversidad del budismo contemporáneo. No importa si una enseñanza proviene del Zen, del Theravāda o del Vajrayāna: si conduce al despertar, es parte del Dharma.

El Dharma como corriente viva

Hacia el final de la charla, Sangharákshita lanza una visión para nuestro tiempo y lugar. En el contexto moderno —y especialmente en Occidente— el Dharma no puede simplemente copiar las formas del pasado. Lo que necesitamos es captar el espíritu del Dharma, su esencia, y darle nuevas formas que respondan a las condiciones actuales, sin perder su propósito: ayudarnos a despertar.

No se trata de adherirnos ciegamente a una escuela, sino de participar en una corriente viva de práctica, de comprensión, de transformación. De construir, juntos, una nueva expresión del Dharma que sea auténtica, efectiva y compasiva.


Conclusión: lo que ayuda, es el Dharma

El Dharma no es un conjunto fijo de ideas. No es un dogma. No es una creencia. Es una respuesta profunda a la realidad del sufrimiento humano, y un camino para transformarlo desde la raíz. Es enseñanza, es experiencia, es práctica.

Y por eso, si quieres saber qué es el Dharma, no necesitas mirar muy lejos. Puedes hacerte esta pregunta, con honestidad:

¿Esto me ayuda a ser más libre, más despierto, más compasivo?

Si la respuesta es sí, entonces ahí está el Dharma. Y en ese acto —de escuchar, de practicar, de transformar— estás ya dando pasos hacia la otra orilla.

Aquí te dejamos la charla original de Sangharákshita: The Meaning of the Word Dharma