¿Es necesaria la religión?
Una Pregunta Fundamental en el Mundo Moderno
En 1965, Sangharákshita inició una nueva serie de conferencias en Londres titulada «Introduciendo el Budismo.» Esta primera charla, «¿Es Necesaria la Religión?», puede parecer sorprendente viniendo de un maestro budista dirigiéndose a una audiencia ya familiarizada con las enseñanzas del Buddha. Sin embargo, como el mismo Sangharákshita explica, esta «introducción» no era para novatos sino una invitación a ver el budismo—y la religión misma—con ojos completamente nuevos.
La pregunta que da título a esta conferencia no es meramente académica. En pleno siglo XXI, cuando las iglesias se vaciaban y las tradiciones religiosas perdían relevancia en la vida cotidiana, Sangharákshita se atrevió a examinar desde sus cimientos si la religión tiene algún lugar en la experiencia humana. Su exploración, basada en décadas de estudio y práctica tanto en Oriente como en Occidente, ofrece perspectivas que siguen siendo profundamente relevantes para nuestro mundo actual.
La Necesidad de Ojos Frescos: ¿Por Qué Reintroducir lo Conocido?
Antes de abordar la pregunta central, Sangharákshita confronta una objeción natural: ¿por qué necesitan los estudiantes de budismo experimentados una «introducción» a algo que ya conocen? Su respuesta revela una comprensión profunda de cómo funciona realmente el crecimiento espiritual.
Como observa con agudeza, el hecho mismo de que podamos pensar en las enseñanzas budistas más simples como «terreno conocido» es significativo. Significa que en lugar de ver los hechos, verdades o principios con una mente fresca y nueva, estamos tratando de acercarnos a ellos en términos de una comprensión previamente adquirida. No nos aproximamos con la mente y experiencia que tenemos ahora en este momento, sino con la mente y experiencia que teníamos la semana pasada, el mes pasado, o incluso hace diez años.
Esta tendencia a vivir del «capital pasado» espiritual es un obstáculo real para el crecimiento. Sangharákshita usa la analogía de tomar los Refugios budistas—esa ceremonia fundamental donde se declara refugiarse en el Buddha, Dharma y Sangha. Uno puede repetir las mismas palabras sánscritas una y otra vez, pero si la comprensión del Buddha, Dharma y Sangha no ha profundizado, si el acto significa exactamente lo mismo hoy que hace años, entonces no ha habido progreso real.
«En un sentido, si uno está progresando,» explica Sangharákshita, «aunque uno tome los Refugios hoy, mañana, esta semana, la próxima semana, uno realmente no está ‘tomando de nuevo’—uno simplemente debe tomar, aquí y ahora. En otras palabras, uno debe siempre tomar como si fuera por primera vez, con cierta frescura, cierta inmediatez, cierta novedad.»
Este principio se extiende a todo estudio y práctica espiritual. Debemos constantemente mantener actualizada nuestra comprensión, no vivir de la comprensión del budismo que tuvimos hace meses o años, sino renovarla, hacerla fresca, más viva, incluso día a día, minuto a minuto si es posible.
Regresando a lo Fundamental: La Pregunta que No Podemos Evadir
Con esta comprensión como base, Sangharákshita invita a su audiencia a un experimento mental radical. Les pide que imaginen regresar a un estado de completa ignorancia sobre el budismo, incluso sobre la religión misma. Que se visualicen levantándose por la mañana, yendo al trabajo, manejando las responsabilidades del hogar, regresando a casa por la noche, leyendo novelas o navegando en internet, escuchando podcasts o viendo televisión, pero completamente desprovistos de religión.
Y entonces, en medio de esta existencia sin religión, preguntarse: «¿Es necesaria la religión en absoluto?»
Esta pregunta surge constantemente en conversaciones casuales, en discusiones, en encuentros cotidianos. No podemos ignorarla viviendo como vivimos en el mundo moderno, en pleno siglo XXI. Es una pregunta que todos hemos enfrentado y que aún debemos enfrentar, si no por nosotros mismos, ciertamente por otras personas.
Pero como Sangharákshita señala astutamente, esta pregunta aparentemente simple se descompone en tres preguntas interrelacionadas e interconectadas:
- ¿Qué entendemos por «religión»?
- Cuando preguntamos si es «necesaria», ¿qué entendemos por «necesaria»?
- ¿Necesaria para qué, o necesaria para quién?
Desentrañando el Significado de «Religión»
La primera pregunta—qué entendemos por religión—podría llenar bibliotecas enteras de definiciones. Sangharákshita menciona el espectro que va desde la definición sarcástica de Voltaire («La religión se originó cuando el primer pícaro conoció al primer tonto») hasta la reflexiva observación de Whitehead («La religión es lo que una persona hace con su soledad»).
Pero en lugar de perderse en definiciones abstractas, Sangharákshita toma un enfoque práctico. Por el momento, usa «religión» como un término colectivo que cubre todas las religiones individuales del mundo: cristianismo, islam, judaísmo, budismo, hinduismo, taoísmo, confucianismo, sintoísmo, zoroastrismo, así como cultos modernos y creencias tribales.
Al estudiar esta vasta familia de tradiciones, emergen patrones significativos. A pesar de las enormes diferencias—algunas son étnicas, otras universales; algunas teístas, otras no-teístas; algunas humanísticas, otras autoritarias—todas sin excepción se ocupan básicamente de tres temas principales:
Primero, la relación del ser humano consigo mismo. Segundo, la relación del ser humano con otros seres humanos (o en el caso de religiones como el budismo, con otros seres vivos). Tercero, la relación del ser humano con la realidad última.
En el cristianismo, por ejemplo, la persona está en relación correcta consigo misma cuando sabe que fue creada por Dios, que fue creada buena pero pecó, y que debido a eso ya no es buena sino completamente mala. En relación con otros, el cristianismo enseña que todas las personas, siendo hijos del mismo padre, son hermanos, y por tanto la relación apropiada entre ellos es de caridad o amor mutuo. En cuanto a la realidad última, en el cristianismo es Dios mismo, conocido indirectamente a través de Cristo.
El budismo sigue el mismo patrón básico pero con contenido diferente. Dice que la persona es un ser condicionado, sujeto al renacimiento y al sufrimiento debido a la ignorancia de la verdad espiritual y al deseo egoísta. Al mismo tiempo, enseña que aunque la persona es un ser condicionado, hay en ella algo incondicionado que tiene afinidad con la realidad última, lo que hace posible la iluminación. En relación con otros, el budismo inculca compasión por todos los seres sin excepción, porque todos están sujetos al mismo sufrimiento universal.
Desde esta perspectiva amplia, Sangharákshita llega a una definición trabajable: la religión consiste en el logro de un estado de integridad psicológica y espiritual completa, y en esa integridad, consiste en relacionarse con otros, con otros seres, y también con la realidad última.
Pero si queremos ser aún más breves y simples, podemos decir que la religión consiste en una preocupación total—no solo parcial—con lo que es de valor último.
El Problema de la «Necesidad»: ¿Qué Tipo de Indispensabilidad?
La segunda pregunta—qué entendemos por «necesario»—inicialmente parece simple. En el uso ordinario, cuando decimos que algo es necesario para otra cosa, queremos decir que es indispensable, absolutamente requisito para su existencia; que sin esa cosa, la segunda cosa moriría, desaparecería, cesaría de existir.
La comida, por ejemplo, es indispensable para la vida humana. Sangharákshita menciona el caso fascinante de su amigo médico en India que ayunó durante 56 días para purificación espiritual, y la esposa del doctor que ayunó 46 días—no para purificación espiritual, sino porque estaba enojada con su esposo. «Aparentemente si lo haces por propósito espiritual puedes durar diez días más,» observa con humor.
El sueño es aún más necesario que la comida. Puedes pasar una semana sin comida relativamente fácil, pero no puedes pasar más de 48-56 horas sin dormir sin colapsar realmente.
¿Puede decirse que la religión es indispensable de la misma manera? ¿Es tan necesaria como la comida o el sueño? Aparentemente no. Hay millones de personas que se las arreglan perfectamente bien sin religión, o al menos no se colapsan y mueren después de unas semanas sin ella. Especialmente en Occidente, en Europa y América, muchas personas—si no la mayoría—parecen arreglárselas perfectamente bien sin religión convencional, sin contacto con las iglesias.
El Vacío Espiritual del Mundo Moderno
Aquí Sangharákshita hace una observación penetrante sobre la condición espiritual única de nuestro tiempo. Si pensamos en nuestros ancestros durante la Conquista Normanda, la Carta Magna, las Guerras Civiles, la época del Dr. Johnson, Napoleón, o incluso Victoria, en 99.9% de los casos tenían contacto estrecho con la religión en alguna forma, alguna iglesia. Pero ahora no tenemos eso.
«Es algo completamente nuevo, algo novedoso, algo peculiar de este siglo que no hay contacto con la religión organizada convencional, sin contacto con las iglesias. La vasta masa de personas están secularizadas, sin iglesia y des-eclesializadas.»
El lenguaje tradicional del cristianismo se ha vuelto completamente sin sentido para las personas modernas. Términos como «Dios,» «alma,» «pecado,» «redención,» «expiación,» «santificación,» «justificación»—palabras que representaban temas candentes en el pasado y por las cuales los antepasados habrían peleado o divorciado—ahora simplemente nos dejan fríos. No significan nada en absoluto.
«No es tanto que las personas sean anti-cristianas,» observa Sangharákshita, «esa fase ha pasado. Podríamos decir que hoy en día somos post-cristianos. No somos más anti-Dios de lo que somos anti-Júpiter; simplemente no significan lo suficiente para que estemos en contra de ellos.»
Para ilustrar la vacuidad de la religión convencional, Sangharákshita relata una conversación con un joven cura anglicano. Cuando le preguntó cuánto tiempo duraban sus sermones, el cura respondió: «Nunca hablo más de diez minutos. En la iglesia, las personas no están lo suficientemente interesadas.» Cuando Sangharákshita mencionó que él regularmente hablaba durante una hora o más, el cura exclamó: «¡Dios mío, tu gente debe estar interesada si puedes hablar regularmente durante una hora!»
Esta anécdota revela la triste verdad: incluso aquellos que van a la iglesia no están lo suficientemente interesados en la fe cristiana como para escuchar más de diez minutos sobre ella. Van por convención, por tradición, como parte de una rutina sin vida ni vitalidad.
La Religión Verdadera en Formas Seculares
Pero Sangharákshita hace una observación crucial: aunque las personas modernas son irreligiosas más en apariencia que en realidad, la religión convencional se ha vuelto plana y sin vida, pero al mismo tiempo, ciertas actividades «seculares» han llegado a poseer significado religioso o espiritual.
Algunas personas encuentran más valores espirituales, más inspiración espiritual en la música clásica—en Beethoven, Bach, Mozart—que en ir a la iglesia. Ir a la iglesia los deja deprimidos, planos, desinteresados. Pero escuchar una buena pieza de música clásica los hace sentir elevados, como si tuvieran cierta percepción de las cosas, se sienten mejor, más completos, integrados, refinados.
Otros encuentran esto en la poesía, ya sea antigua o moderna. Otros en la filosofía—leyendo Schopenhauer, Kant, Platón, o filósofos más espirituales como Plotino. A veces sucede en los tiempos modernos que no solo lo religioso se vacía de significado espiritual, sino que lo llamado «secular» a veces está más profundamente imbuido de significado espiritual que la religión convencional.
Por tanto, parece que la religión en el sentido verdadero—distinta de la religión convencional—es necesaria para más personas de las que uno había supuesto inicialmente. Y porque es necesaria para ellas, porque la necesitan, si no pueden obtenerla de las iglesias, la obtendrán de alguna manera, ya sea de la música clásica, la poesía, o incluso de otras cosas de ese tipo.
¿Para Quién Es Necesaria la Religión?
Esto nos lleva a la tercera y quizás más importante pregunta: ¿para qué o para quién es necesaria la religión? Aquí Sangharákshita hace una afirmación que puede sorprender: la religión no es para todos.
Esta declaración desafía la suposición común en las tradiciones misioneras de que la religión debe ser para todos, que todos deben ser salvados. Pero si recordamos la definición de religión como el logro de integridad psicológica y espiritual completa, vemos que esto implica esfuerzo consciente. No te vuelves psicológicamente y espiritualmente completo simplemente dejándote llevar. Te vuelves completo solo a través de esfuerzo consciente, deliberado, decidido, regular y sistemático.
Pero el esfuerzo consciente y deliberado de este tipo es imposible sin autoconciencia. Y es esto lo que realmente distingue a los seres humanos de los animales—aunque no distingue a todos los humanos de los animales. «Uno podría incluso decir que la mayoría de las personas son realmente más animales de lo que son humanos; son animales más que verdaderamente humanos.»
Sangharákshita presenta una visión evolutiva fascinante. Si examinamos el vasto mundo de las cosas vivientes, vemos varios grados de existencia: lo no-viviente y lo viviente, lo sensible (el mundo vegetal) y lo consciente (el reino animal), y finalmente, entre los seres conscientes, aquellos que son no solo conscientes sino también autoconscientes.
La evolución procede hacia arriba a través de todos estos grados: de lo no-viviente a lo viviente, de lo sensible a lo consciente, de lo consciente a lo autoconsciente. El ser humano es un ser consciente en proceso de volverse autoconsciente.
Solo quien se ha vuelto autoconsciente—incluso intermitentemente autoconsciente—puede esforzarse por volverse psicológica y espiritualmente completo. Y hasta el nivel de conciencia, el proceso de evolución es colectivo y automático; simplemente continúa independientemente del esfuerzo individual. Para que el reino vegetal evolucione al reino animal tomó millones de años. Para que el reino animal evolucione a seres humanos tomó millones de años.
Pero esta evolución superior—de la conciencia a la autoconciencia—a diferencia de todo el proceso evolutivo previo, no es colectiva o automática sino individual, y procede solo a través del esfuerzo deliberado individual. Y esto es mucho más rápido. Como Sangharákshita observa: «Se ha dicho que hay una diferencia mayor entre una persona iluminada y una no iluminada que entre la persona iluminada y un animal. Pero ir del estado animal al de persona no iluminada ha tomado millones de años, pero ir del estado de persona no iluminada a persona iluminada puede tomar solo unos pocos años si se aplica el esfuerzo correcto.»
La Religión Como Prerrogativa de la Minoría Autoconsciente
Por tanto, la religión es solo para aquellos que han desarrollado algún grado de autoconciencia y que, como la siguiente etapa de su evolución superior, sienten la necesidad de lograr esta integridad psicológica y espiritual. La religión es para aquellos que en este contexto saben que no saben, que no han obtenido aún esta integridad psicológica y espiritual, que aún no conocen la realidad, que saben que no saben y que quieren—uno podría incluso decir desesperadamente quieren—saber.
Por tanto, la religión es realmente para la minoría, no solo ahora en medio del siglo XXI, sino en todo tiempo. Es para la minoría al menos hasta que todos los miembros de la raza humana se vuelvan más o menos autoconscientes, lo cual ciertamente no son en el presente.
¿Qué pasa con todos esos millones de creyentes devotos—cristianos devotos, budistas devotos, hindúes piadosos, confucianos estrictos—a través de los siglos? ¿No se puede decir que eran «religiosos»? Estrictamente hablando, no se puede, porque no eran realmente autoconscientes. No estaban realmente usando deliberada y conscientemente la religión como medio para lograr la integridad. La suya era una mera participación pasiva, semiconsciente, y a veces incluso estaban usando la religión de manera fundamentalmente irreligiosa.
Vemos esto claramente en países nominalmente cristianos como Inglaterra. Incluso aquellos que van a la iglesia no están participando de manera autoconsciente para su evolución superior. Simplemente se conforman, obteniendo algún tipo de satisfacción emocional de manera ciega, semiconsciente. En países budistas como Ceilán, Birmania, Tailandia o Japón, es exactamente lo mismo en casi todos los casos. La vasta mayoría no son participantes conscientes en absoluto.
Conclusión: Una Respuesta Madura a una Pregunta Eterna
Nuestra pregunta principal ha sido respondida. La religión—entendida como el logro de integridad psicológica y espiritual completa, como preocupación total por lo que es de valor último—es necesaria en el sentido de indispensable para la existencia de todos aquellos que son autoconscientes y para quienes el logro de esa integridad es asunto no de mero interés intelectual pasajero sino realmente de vida y muerte.
Pero ¿por qué es tan crucial esta necesidad para aquellos que han despertado a la autoconciencia? La respuesta radica en la naturaleza misma de lo que significa ser verdaderamente humano. Una vez que una persona se vuelve autoconsciente, comienza a experimentar una forma de sufrimiento completamente diferente a la del nivel animal de existencia. Ya no es simplemente el dolor físico de la privación o el miedo instintivo a la muerte. Es el sufrimiento existencial de la incompletitud, el reconocimiento doloroso de que uno está viviendo muy por debajo de su potencial real.
Esta persona autoconsciente se encuentra en una posición única en el cosmos. Ha trascendido el funcionamiento automático de la naturaleza animal, pero aún no ha alcanzado la integridad que representa su destino verdadero. Vive en una especie de tierra de nadie evolutiva, consciente de que es más que un animal pero aún no completamente humana en el sentido más profundo. Esta condición intermedia genera una forma particular de angustia: la consciencia de ser capaz de más, pero sin saber cómo acceder a esa capacidad.
Es precisamente esta condición la que hace que la religión sea absolutamente indispensable. No es un lujo o una preferencia cultural, sino una necesidad tan real como el alimento para el cuerpo hambriento. Sin la religión—sin un camino hacia la integridad completa—la persona autoconsciente queda atrapada en un estado de frustración permanente, consciente de su incompletitud pero sin los medios para resolverla.
La religión, entonces, es necesaria porque proporciona tanto el diagnóstico como la cura para esta condición humana fundamental. Ofrece una comprensión clara de por qué experimentamos esta sensación de incompletitud (estamos en un estado de desarrollo intermedio) y proporciona los métodos prácticos para transcender esta limitación. En el budismo, esto se expresa en las Cuatro Nobles Verdades: el reconocimiento del sufrimiento existencial, la comprensión de sus causas, la certeza de que puede ser superado, y el camino específico para hacerlo.
Además, la religión es necesaria porque la persona autoconsciente inevitablemente se enfrenta a las grandes preguntas que no pueden ser evadidas una vez que surgen: ¿Quién soy realmente? ¿Cuál es mi relación adecuada con otros seres? ¿Qué es la realidad última y cómo me relaciono con ella? Estas no son preguntas abstractas sino urgencias existenciales que demandan respuesta. Sin una respuesta adecuada, la persona autoconsciente vive en un estado de ansiedad fundamental, sintiendo que su vida carece de significado y dirección genuinos.
La religión es necesaria, finalmente, porque la evolución consciente—el paso de la conciencia a la autoconciencia plena—no puede ocurrir sin esfuerzo deliberado y métodos apropiados. Así como un científico necesita instrumentos específicos para su investigación, la persona que busca la transformación espiritual necesita las herramientas que solo la religión auténtica puede proporcionar: prácticas de meditación, principios éticos, comprensión filosófica, y la guía de aquellos que han recorrido el camino antes.
En nuestro mundo contemporáneo, donde las formas religiosas tradicionales a menudo han perdido su poder transformador, la pregunta de Sangharákshita se vuelve aún más relevante. ¿Es necesaria la religión? Para aquellos que han despertado a su propia naturaleza autoconsciente y sienten el llamado hacia la integridad completa, la respuesta es un inequívoco sí. La forma específica que tome esa religión—budismo, cristianismo revitalizado, o alguna expresión completamente nueva de la búsqueda humana de lo último—es menos importante que el reconocimiento de que esta búsqueda misma surge naturalmente del corazón humano cuando alcanza cierto nivel de madurez y autoconciencia.
Esta primera conferencia de «Introduciendo el Budismo» establece así el fundamento perfecto para toda exploración espiritual seria: el reconocimiento honesto de que la religión verdadera no es para todos, pero para aquellos que la necesitan, es tan esencial como el aire que respiran. Es la diferencia entre vivir en un estado de frustración perpetua por no saber quiénes somos realmente, y embarcarse en el viaje transformador hacia la realización completa de nuestro potencial humano más profundo.
Aquí te dejamos la charla original de Sangharákshita en inglés