EVOLUCIÓN: INFERIOR Y SUPERIOR

El Gran Mapa del Desarrollo Humano

En la cuarta conferencia de su serie «Introduciendo el Budismo,» Sangharákshita aborda una de las preguntas más fundamentales que enfrentan los buscadores espirituales modernos: ¿Cómo podemos entender el budismo no como una colección fragmentada de enseñanzas, sino como una visión comprensiva y unificada de la existencia humana?

Su respuesta es tanto audaz como elegante: situar todo el sistema budista dentro del marco evolutivo más amplio que ha llegado a dominar el pensamiento moderno. Pero no se trata simplemente de hacer que el budismo parezca «científico,» sino de revelar cómo la evolución misma, correctamente entendida, proporciona el contexto perfecto para comprender la totalidad del camino espiritual.

El Problema del Conocimiento Fragmentado

Sangharákshita comienza identificando un mal de nuestro tiempo que todos reconocemos pero pocos articulan claramente: vivimos en una era de especialización extrema donde el conocimiento existe solo en fragmentos desconectados.

Como observa con humor mordaz, conocemos la definición clásica del especialista: «el hombre que sabe más y más acerca de menos y menos.» El ingeniero puede construir un puente pero nunca ha oído de Shakespeare. El artista puede pintar un cuadro exquisito pero no podría diseñar una casa. El político conoce solo política; el científico solo ciencia; el sociólogo solo sociología.

El resultado es que las personas se sienten como si tuvieran solo cuatro o cinco piezas de un rompecabezas gigantesco. Tienen fragmentos de colores pero no pueden ver la imagen completa. No saben cómo encajan todas las piezas, qué representa el cuadro total, o incluso si hay un cuadro coherente en absoluto.

Esta condición genera una búsqueda desesperada. Las personas exploran sistema tras sistema—catolicismo romano, marxismo, humanismo, teosofía, espiritualismo—tratando de encontrar una filosofía de vida consistente que dé significado a sus vidas, que valide sus aspiraciones, que los haga sentir positivos y progresivos.

Sangharákshita relata la historia memorable de una mujer en India que afirmaba haber cambiado de religión diecisiete veces. Había comenzado como católica romana y había recorrido el Vedanta, la iglesia swedenborgiana, la Misión Ramakrishna, y cuando la conoció era adventista del séptimo día. Pero incluso estaba insatisfecha con eso porque prohibía el consumo de té. «Podemos reírnos de todo esto,» reflexiona Sangharákshita, «pero de cierta manera deberíamos incluso llorar, porque es realmente muy triste, porque las personas están todo el tiempo buscando la verdad.»

El Budismo Como Sistema Comprensivo — Pero Fragmentado en la Práctica

Cuando las personas finalmente encuentran el budismo, descubren que representa un sistema de pensamiento verdaderamente comprensivo. Pero incluso aquí, el problema de la fragmentación persiste. Los seguidores del Theravada no saben nada sobre el Zen. Los practicantes de Zen nunca han oído del Theravada. Cada escuela conoce solo sus propias tradiciones y enseñanzas.

Esta aproximación fragmentaria se refleja en gran parte de la literatura budista disponible en inglés. Lo que pretende ser un libro sobre «budismo» es realmente un libro sobre las enseñanzas de una escuela particular. Presentaciones del campo completo del pensamiento budista en toda su riqueza son extremadamente raras.

Peor aún, algunas doctrinas y enseñanzas están truncadas en exposiciones modernas. El ejemplo más notorio es la gran enseñanza central del pratitya-samutpada (originación dependiente), que literalmente se corta por la mitad. Las exposiciones modernas presentan solo la mitad negativa—los doce eslabones que pertenecen a la rueda de la existencia—pero no la mitad positiva que detalla los doce eslabones del sendero progresivo de desarrollo espiritual.

La Evolución Como Principio Universal Unificador

Para situar el budismo en el contexto más amplio posible, Sangharákshita identifica un principio que es a la vez familiar para la mente moderna y suficientemente universal para abarcar toda la experiencia humana: el concepto de evolución.

Como él explica, la evolución no fue descubierta por Darwin—fue anticipada por pensadores como Kant, Hegel, e incluso Aristóteles. Pero Darwin fue el primero en trazar la operación de este principio en detalle dentro de la biología. Desde entonces, las ramificaciones de este principio evolutivo se han descubierto que se extienden por todo el universo.

Julian Huxley captura esta visión expansiva: «Las diferentes ramas de la ciencia se combinan para demostrar que el universo en su totalidad debe considerarse como un proceso gigantesco, un proceso de devenir, de alcanzar nuevos niveles de existencia y organización que puede llamarse apropiadamente una génesis o evolución.»

El ser humano no es algo separado del resto de la creación, como usualmente enseñan las religiones teístas. El ser humano es parte de la naturaleza, parte del universo, y por tanto también está sujeto a esta operación de devenir evolutivo.

El Gran Diagrama: Mapeando Todo el Viaje

Para hacer visible este vasto proceso, Sangharákshita introduce una herramienta visual simple pero profunda: un triángulo rectángulo que mapea todo el arco del desarrollo evolutivo.

Imaginen la hipotenusa de este triángulo marcada con cinco puntos cruciales:

Punto 0: El punto de partida de todo el proceso evolutivo. Para la física, esto es la unidad subatómica; para la biología, la ameba.

Punto 1: El punto donde emerge la consciencia humana—donde el animal se vuelve humano. Los animales tienen consciencia rudimentaria, pero aquí pensamos en consciencia en su forma específicamente humana.

Punto 2: El punto donde emerge la autoconsciencia o autoconciencia. La mayoría de nosotros estamos justo un poco por debajo del punto 2. Este es el punto donde el ser humano se vuelve genuinamente autoconsciente.

Punto 3: El punto donde emerge la consciencia trascendental o consciencia de la realidad. Este es el punto de conversión en el verdadero sentido—lo que el Hinayana llama entrada en la corriente, lo que el Mahayana llama la etapa de irreversibilidad. Es el punto de no-retorno, desde el cual no puedes caer hacia atrás, solo puedes continuar hacia adelante.

Infinito: El punto que representa el Nirvana, la Iluminación completa o Budeidad.

Estos cinco puntos dividen la hipotenusa en cuatro secciones:

Sección A (0 a 1): Lo infrahumano—el proceso evolutivo por debajo del ser humano. Representa los reinos mineral, vegetal y animal.

Sección B (1 a 2): Lo humano—el mundo humano, tanto primitivo como civilizado.

Sección C (2 a 3): Lo ultrahumano—donde lo humano como lo conocemos se lleva al punto más alto posible de perfección.

Sección D (3 a infinito): Lo superhumano o transhumano—que va mucho más allá de cualquier forma de humanidad que podamos concebir, incluso la humanidad perfeccionada.

Evolución Inferior y Superior: La División Crucial

La división más importante en todo este esquema es entre evolución inferior y evolución superior:

La evolución inferior (0 a 2) abarca todo el desarrollo desde las formas más básicas de existencia hasta el ser humano autoconsciente. Este proceso es colectivo y automático. Simplemente continúa independientemente del esfuerzo individual. Los miembros de especies particulares no se adelantan unos a otros—avanzan como grupo, como clase. No hay individualidad real.

La evolución superior (2 a infinito) cubre el desarrollo desde el ser humano autoconsciente hasta la Budeidad completa. Este proceso es individual y requiere esfuerzo consciente y deliberado. Un individuo puede ir mucho más adelante que todos los demás. Un ser humano puede, por sí mismo, recorrer todo el camino hasta la Budeidad, incluso si nadie más lo acompaña.

Por esto el desarrollo de la autoconsciencia es tan crucial—es el punto de crecimiento, el punto de partida de la evolución superior.

La Correspondencia Budista

Esta visión evolutiva corresponde notablemente bien con conceptos budistas tradicionales:

El pratitya-samutpada (originación dependiente) es la ley de condicionalidad universal—que una cosa surge en dependencia de otra. Esto corresponde muy bien al concepto moderno de evolución.

El samsara (la rueda de la existencia) corresponde al tipo cíclico de condicionalidad y se relaciona con la evolución inferior (0 a 2).

El sendero y la meta corresponden al tipo espiral de condicionalidad y se relacionan con la evolución superior (2 a infinito).

Las Cuatro Nobles Verdades también se mapean en este esquema: las primeras dos verdades nobles se cubren por la evolución inferior, y las segundas dos verdades nobles se cubren por la evolución superior.

El Lugar del Budismo en este Gran Esquema

El budismo se ocupa exclusivamente de la evolución superior del ser humano. Esto se aclara en la respuesta del Buda a una pregunta de su tía adoptiva, Mahaprajapati Gotami, quien estaba confundida por las versiones conflictivas de su enseñanza ya dadas por sus propios discípulos.

Ella vino directamente al Buda y preguntó: «¿Qué enseñas realmente? ¿Cómo puedo saber qué enseñas realmente?»

El Buda respondió: «Gotami, aquellas enseñanzas sobre las cuales puedes asegurarte de que conducen a la sedación de los antojos, al desarrollo de la consciencia superior, a la paz mental, a la liberación, de aquellas enseñanzas que tienen este tipo de tendencia progresiva y ascendente, de estas enseñanzas puedes asegurarte de que constituyen mi Dharma.»

Este es el criterio que da el Buda. Este es el principio que establece. No se trata meramente de eliminar todo lo que es inferior en uno mismo, sino de crecimiento positivo, de viaje consciente hacia lo que la erudita budista Caroline Rhys Davids llamaba pictórescamente «lo Máximo.»

Las Brahma Viharas: Expresando la Voluntad hacia la Evolución Superior

Los cuatro brahma viharas (moradas divinas) expresan perfectamente esta orientación evolutiva:

Metta (amor bondadoso): Es un deseo por el crecimiento y evolución de otros.

Karuna (compasión): Es el sentimiento que tenemos hacia personas que no están creciendo, cuyo crecimiento está atrofiado, que no pueden evolucionar.

Mudita (gozo simpático): Es la alegría de ver a otros creciendo. Es como cuando sales al jardín y te alegras de ver las flores creciendo, floreciendo y abriéndose, todo brotando en primavera y principios de verano.

Upekkha (ecuanimidad): Cuando el proceso de crecimiento se ha cumplido, sientes satisfacción equilibrada—no descansando en tus laureles, sino balanceado en este estado superior de equilibrio espiritual.

El Bodhisattva: La Evolución Superior Hecha Autoconsciente

La voluntad hacia la evolución superior se encarna más clara y bellamente en la figura del Bodhisattva—el que se dedica a la causa de la Iluminación universal, de la emancipación cósmica.

La voluntad hacia la Iluminación (bodhicitta), cuyo surgimiento hace del Bodhisattva un Bodhisattva, representa todo el principio de evolución superior volviéndose completamente autoconsciente. El Bodhisattva no solo evoluciona él mismo, sino que dedica su existencia entera a facilitar la evolución de todos los seres.

Una Nueva Perspectiva sobre Nuestro Lugar en el Cosmos

Este marco evolutivo proporciona algo que pocas filosofías han logrado: una visión clara de exactamente dónde estamos, de dónde hemos venido, y hacia dónde podemos ir.

Como ilustra Sangharákshita con una analogía vívida: normalmente nuestro estado es como el de alguien que despierta en una posada extraña. No sabemos cómo llegamos allí, dónde estamos, o hacia dónde vamos. Estamos confundidos y perdidos.

Pero cuando alguien nos pone un mapa en las manos—cuando vemos la imagen completa del país, el camino por el cual hemos venido y el camino hacia donde vamos—entonces hay significado y propósito en nuestra actividad. Sabemos que tenemos que empacar, sabemos que tenemos que dejar esa posada y llegar a nuestro destino.

Esta es exactamente nuestra situación cuando vemos las cosas tan claramente como se representan en este diagrama evolutivo. Sabemos dónde estamos. Sabemos dónde tenemos que ir. Sabemos el sendero que tenemos que seguir.

Conclusión: La Energía Tremenda de la Autoconciencia

Una de las percepciones más profundas de este marco es que la autoconciencia genera una energía tremenda suficiente para llevar a uno en una sola vida por todo el camino a través de todas las etapas sucesivas de evolución superior.

La evolución inferior tomó millones de años. El desarrollo del reino vegetal al reino animal tomó eones. El desarrollo del reino animal a los seres humanos tomó millones de años más. Pero la evolución superior—desde el ser humano no iluminado hasta el ser humano iluminado—puede lograr una diferencia aún mayor en el lapso de una sola vida humana, si se aplica el esfuerzo correcto.

Esta es tanto la promesa como la responsabilidad del ser humano autoconsciente. Ocupamos este punto medio crucial en el proceso evolutivo. Podemos ver con igual claridad cuán lejos hemos llegado y cuán lejos aún tenemos que ir. Aunque el camino sea largo, podemos avanzar gozosamente porque ahora sabemos exactamente dónde estamos, hacia dónde tenemos que ir, a lo largo de qué línea, y de qué manera.

En nuestra era de especialización y fragmentación, el budismo emerge no como otro sistema más de creencias, sino como la metodología completa para la siguiente fase de desarrollo humano—la evolución consciente e individual de la humanidad no iluminada hacia la humanidad iluminada, del samsara al nirvana, de la confusión al despertar completo.

El mapa está en nuestras manos. El viaje continúa.

Aquí te dejamos la charla original de Sangharákshita